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Crisis en Chile: Un caso de análisis



Hace tres semanas atrás los ojos del mundo se posaban sobre Chile, el país más estable de Sur América era escenario de fuertes manifestaciones que hasta la fecha no se han extinguido. Manifestaciones que se han tornado violentas y que conducen al actual gobierno de Sebastián Piñera a reformular su agenda, así como a muchos actores internos y externos, a exigir el cambio drástico del modelo económico chileno establecido durante el periodo de la dictadura del general Augusto Pinochet.

¿Pero qué hay detrás del exabrupto social, es realmente un descontento acumulado durante años por un sistema económico vil y fracasado como unos tantos aseguran? ¿Hay titiriteros en las sombras obrando para sembrar caos y tumbar lo que hasta el momento es la tímida vela de la libertad latinoamericana?  

Para responder a dichas preguntas es menester entender a Chile, escudriñar en su historia más o menos reciente que no es para nada ajena a la del resto de la región. Como parte de las posiciones de la corona española, Chile fue conquistado en el siglo XVI por el aventurero Pedro de Valdivia, un militar habilidoso que una vez en el nuevo continente trabajó junto a Francisco Pizarro. El periodo colonial fue relativamente pacífico, con la misma estructura social de las zonas aledañas, y con una economía basada en la producción feudal de la agricultura y la ganadería, cuyos dividendos iban destinados al mantenimiento de los pequeños asentamientos urbanos donde residían los señores. Posteriormente al desencadenarse las revueltas emancipadoras, el país obtuvo un proceso de independencia que se puede considerar rápido y ordenado, sobre todo si se le compara con el de Argentina, Venezuela o México, los cuales fueron altamente destructivos, derivando en prolongadas guerras civiles.

Acortando los lapsos, el siglo XIX y los dos primeros quindenios del XX, estuvieron integrados por golpes de Estado exitosos y frustrados, por altos índices de pobreza y mortalidad, bajos ingresos, centralismo, y alta dependencia del poder militar, aspectos que no variaban en el resto de Latinoamérica. No sería sino hasta la década de 1940-1950 cuando se hace el llamado Gran Consenso Social, introducido como demanda a una mejor redistribución de los ingresos a cargo del Estado; ello condujo a que sindicatos, gremios, y federaciones, vencieran en sus peticiones por un aumento en la calidad de vida, por supuesto que al costado de la lista de querellas, se hallaban los partidos políticos, y como siempre suele ocurrir con la políticas de redistribución de la riqueza, las personas de menores recursos terminan por mantener a las otras dos clases que le preceden, entre las cuales se encuentran los dirigentes que agitaron su verbo con elocuencia.

Uno de los detalles esenciales que acompañan a las medidas tomadas para conseguir redistribución de capital, es que el Estado debe crecer desproporcionadamente, interrumpiendo cada faena cotidiana del individuo, el cual debe aceptar la intromisión, puesto que se supone que le representa un beneficio. Esto sugiere perder libertades, y por ende el sentido de la responsabilidad, todo por una seguridad que termina siendo espuria, a su vez que da rienda suelta a un armatoste llamado planificación, consecuencia que el colectivo, o mejor dicho, el grupo que le representa, debe analizar cuáles son las prioridades en cada sector, pero para lo cual utilizan sus propias escalas de valoraciones.

Planificar el progreso de millones de personas supone una inmensa carga para el Estado, quien debe proveer empleos en el sector público y subsidios para los que no alcanzan uno, así al cabo de un tiempo evidencia que necesita más recursos, y empieza a echar mano de las cuentas ajenas. Lo importante a tener en cuenta, es que una vez la sociedad se encarrila por esta vía, se le hace muy complicado resarcir, creando un sistema donde los individuos son mantenidos por el Estado y no contrariamente, como es el deber.

Por ir en este sentido, el Estado chileno debió aumentar su participación en las minas de cobre (explotadas por concesionarias extranjeras), pasando de un 5% en 1922 a un 40% en 1970, un rubro que para 1973 llegaron a representar el 75% sobre el total de las exportaciones. La  intervención siguió ascendiendo, creándose una campaña de industrialización pública nacional, estableciéndose controles de precio, trabas a las importaciones, altos aranceles, un tipo de cambio de divisas menor al del mercado, control en las tasas de interés, esto último a través de un Banco Central omnipotente que sesgaba los créditos, llegando a generar un promedio negativo de las tasas de hasta 10.7% entre 1940-1970.

Como consecuencia de que las instituciones gubernamentales manejaban más ingresos, su administración se hacía más demandada, pero para llegar a ocupar un cargo se requería de votantes, y en un país como el existente en 1950, la confluencia a las urnas electorales era de un escaso 40% del total asignado. Por dicha razón fue menester hacer reformas a las leyes del sufragio en 1958, 1962, y por último en 1970, para así conseguir aumentar hasta un 350% el padrón electoral.

Dentro de este marco se verifica que la planificación estatal es un proceso gradual que una vez llega a su punto crítico, eleva al poder a caudillos totalitarios que aceptan el alto riesgo de sostener en sus manos una bomba de tiempo. Todas las ya mencionadas reformas implementadas, previo al posicionamiento de Salvador Allende, dan respaldo de ello. Por ejemplo, la reforma agraria bajo el gobierno de Jorge Alessandri, Ley Nº 15.020 de 1962, con la premisa popular de acabar con los latifundios, y que enseguida (1967) sirvió de base para la corregida e impulsada por el presidente Eduardo Frei, mediante la cual se consigue que para 1973 el Estado hubiese podido expropiar legalmente el 49% de las tierras productivas; o la nacionalización de las empresas del cobre iniciada por mismo Frei, según Ley Nº 16.425 de enero de 1966.

En resumidas cuentas, la autopista de la planificación ya estaba asfaltada para que el caudillo se juramentara, ese fue Allende, quien obtiene el cargo a través de votación efectuada en Congreso Pleno, luego de que la coalición de partidos a la que representaba consiguiera sólo el 36,3% de los votos. En el congreso el apoyo fue arrollador, con 153 parlamentarios a favor, de los 195. Los tres años de mandato de Salvador Allende (3 de noviembre de 1970 – 11 de septiembre de 1973), fueron en líneas generales muy negativos para Chile, hasta llegar al extremo de ser excusa sólida para el golpe de Estado comandado por el general Pinochet. El depuesto presidente, que murió en el Palacio de la Moneda, era fiel creyente de la doctrina marxista que tenía su bastión continental en la Cuba de Fidel Castro.

Pero el quiebre al modelo político no fue a la par con el económico, no sería sino hasta 1975 cuando se empieza un programa basado en libertades individuales que levantó los controles estatales, redujo el gasto fiscal, y sinceró los tipos de cambio, y aunque estas medidas fueron como beber un amargo medicamento, consiguieron dar un respiro al país que presentaba una hiperinflación de 370%, y unos salarios reales que retrocedían 4,3% en 1973.

Lo correspondiente al periodo 1976-1981 se puedo reducir la inflación a 26.5%, lo que corroboraba el éxito de las nuevas medidas, regresando a además el abastecimiento corriente de productos de la cesta básica. Pero pese a que varias de las heridas económicas de la anterior administración fueron saneadas, esto para nada significó que fuera inmune a complicaciones como bien lo representa la desaceleración del crecimiento entre 1982 y 1984, causada por el desajuste en el manejo de las políticas monetarias que tendieron al expansionismo y una mala lectura de la dinámica del comercio mundial de la había hecho reapertura el país. Posteriormente, en 1985, el crecimiento regresaría a un ritmo constante, pudiéndose efectuar lo que se denominó como la era dorada, que alcanzó pronunciados resultados hasta mucho después del cese de la dictadura. La cuartilla de acciones lideradas por Hernán Büchi hizo que el crecimiento promedio del PIB fuera 7,6% y en términos per cápita 5,9% en lo concerniente al espacio entre 1985-1997.

Ahora bien, aunque el gobierno militar consumó múltiples diligencias para liberar la actividad comercial, el Estado devuelto a la democracia en 1989, continuaba teniendo el control sobre importantes empresas y entidades por ser consideradas como estratégicas; viene al caso las nacionales mineras que garantizaban la mayoría de las exportaciones de cobre (CODELCO y ENAMI), la petrolera ENAP, el grupo de ferrocarriles EFE, la administración de puertos EMPORCHI, y otras tantas más como la Comercializadora de Trigo o la Empresa de Coreos.

Luego de la apertura pacífica a la democracia, en el periodo constituido 1995-2005, el PIB creció anualmente a una tasa promedio de 4,1%, un resultado histórico que superó al crecimiento mundial del mismo lapso, y rompió las estadísticas llevadas de 1810 a 1990 que arrastraban una resistencia al 1.5% y cuyo punto máximo de caída y volatilidad se apuntalaron en las tres décadas siguientes a 1910. Todo parecía sugerir que la vuelta a los cuarteles de los militares terminó de consagrar la confianza requerida para el despegue.
Las primeras gerencias posteriores a 1989 aprobaron medidas que gradualmente aumentan el gasto público, sin embrago, fueron lo suficientemente sutiles y ordenadas como para mantener los números positivos del encaje fiscal, e inclusive acrecentarlos como se reseñó, sorteando con pericia la crisis asiática de 1997.

Según datos del Banco Mundial, la población que vive en pobreza ha sido enormemente reducida en el siglo XXI, de 31% en el 2000 a un 6,4% en 2017, de los mejores números que tiene la región.

Por creces Chile supera en muchos aspectos a los países latinoamericanos, y se ha podido hasta codear en calidad de vida con los más prósperos. Antagónicamente, en años más cercanos las cosas ya no marchan a la misma velocidad. En lo concerniente al periodo 2014-2017 el PIB ha evidenciado una desaceleración sólo comparable a las cifras de comienzos de los años 80, cuando hubo que hacerle frente a la crisis de la deuda externa. Con un crecimiento promedio de 1,8%, los chilenos corroboraron que las políticas emprendidas no eran del todo exactas. Los políticos en su conjunto que han tenido la dirección del país en los 4 años de desaceleración continua, han explicado que la principal causa de dicho evento, son externas, por una economía global que también avanza más pausada (aunque esto es cuestionable), y atañen además, un precio del cobre reajustado que se mueve rectilíneamente uniforme, luego de la caída sufrida en 2011.

La actividad con el preciado metal representa un 10% del PIB, y lidera en un 49% las exportaciones totales. Pero este factor no fue el que recibió el mayor golpe en aquel periodo, sino que sería el de la inversión, el cual reacciona negativamente cada vez que siente incertidumbre ante planteamientos o acciones políticas que generan riesgos sobre el desembolso de capitales. A saber, hubo una caída a la mitad de los índices de inversión según datos ofrecidos por el IMACEC (Indicador Mensual de Actividad Económica) para el sector no minero, que retrocedió de un 6% en promedio anual, a sólo un 2,1% para el 2014-2017.

Los factores considerados que hicieron reaccionar de manera escéptica a los inversionistas, fueron netamente internos. La mandataria Michelle Bachelet llegó a su segundo periodo con una agenda llena de profundas transformaciones, algunas pudieron ser ejecutadas, mientras otras permanecen en la sala de debate. Sin embargo, bastaron las intenciones para que la duda se tomara el ambiente.

Entre las propuestas efectuadas que pudieron acarrear un impacto negativo se halla la reforma tributaria, que hace un aumento gradual de los impuestos cobrados a las grandes empresas, de 20% a 27%; anudado a esto, la eliminación del FUT (Fondo de Utilidades Tributarias), un mecanismo que permitía dejar exento de impuestos a las utilidades no retiradas, es decir, que se podía lograr solo el cobro de una parte del total generado.

Las medidas irían como máximo en pro de aumentar el gasto público en el sector salud y educación, siendo éste último el que sufrió transformaciones más significativas, puesto que, según la Ley de Inclusión Escolar Nº 20.845 de mayo de 2015, los planteles de financiamiento compartido pasarán gradualmente a ser competencia del Estado; prohíbe el lucro en los establecimientos educativos que reciben aportes del Estado; crea un sistema  único y centralizado de admisión operado por el Ministerio de Educación y la Universidad de Chile. Se suma a esta área, la Ley Nº 21.040 de noviembre de 2017, que traspasa los jardines infantiles, las escuelas y liceos públicos de 345 municipios, administrados por estos, al control de los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP).

La importancia de mencionar dichas leyes sobre las otras aprobadas, radica en que con ellas aumentará obligatoriamente el gasto del Estado, haciéndole más propenso a caer en deudas en tiempos de crisis, adiciona también personal burocrático que no genera ingresos directos, y propaga el intervencionismo en un punto neurálgico de la nación, cuyas temibles consecuencias son más evidentes al mediano y largo plazo. Sin duda cada medida generada que imponga el poder del estatal por encima del individual, debe ser asumida con malicia.

En la cronología desarrollada se llega así al 2018, año que representó un repunte económico para el país, con un IMACEC no minero 4,2 puntos, situándose así en 112,4. Y unas exportaciones 5% mayores, todo en comparación  con el cerrado 2017. Chile entonces obtuvo 4% en el crecimiento de su PIB, lo que parecía señalar el retorno de la confianza y un posible despegue sostenido, muy seguramente propiciado por un Sebastián Piñera que asumía por segunda vez la magistratura nacional, con amplias propuestas, resaltando las correspondientes a educación, seguridad social, transporte público y reducción de la burocracia a través de la modernización tecnológica de trámites. Y por supuesto, el tópico que más ahínco tuvo fue la recuperación económica, la cual conseguiría a partir de un sistema tributario más simple que estimulara la inversión, el empleo, y la innovación. Cabe rescatar que Piñera tenía el respaldo del legado de su primer periodo (11 de marzo de 2010 – 11 de marzo de 2014).

De esta forma se llega al presente año 2019, el cual aparentaba ser uno más en la vida del país austral, hasta se salieron a escena las fuertes protestas iniciadas el 18 de octubre, como respuesta al aumento anual de pasaje del metro subterráneo capitalino. Por las diferentes redes sociales individuos particulares incitaban a pasar los controles de pago, y a abordar directamente los vagones pertenecientes a la Red Metropolitana de Movilidad; un sistema creado por el Estado para coordinar el servicio de transporte público de Santiago, por ello tiene a su cargo el ordenamiento de rutas y tarifas del servicio de buses (compuesto por 6 empresas concesionarias), metro y metro-tren.

Los llamados a la  desobediencia fueron acatados, y de un momento a otro la protesta se tornó violenta, dejando varios vagones del metro subterráneo y buses incendiados, al igual que daños a propiedades como al edificio de la compañía eléctrica ENEL, y a una sucursal del Banco de Chile; esto condujo a decretar el estado de emergencia y la militarización de la capital. Pero contrariamente al intento de poner orden, las manifestaciones se extendieron a otras localidades de la geografía nacional, arrastrando el mismo halo de violencia, y sumando presuntas causas que agitaban el descontento social, entre las que se vislumbran la solicitud de educación y salud gratuita, mejores sueldos y pensiones, más ayudas a los hogares con menos recursos, fijar el precio de los servicios públicos, y un espectral retorno de la redistribución eficaz de la riqueza.

Sebastián Piñera enfrentó luego la situación adversa con el decreto de toque de queda en distintas zonas, además de hacer un llamado de todos los sectores a dialogar. Hasta el momento nada perece diezmar las revueltas que dejan un saldo de 18 muertos según cifras dadas por el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, el 23/10. Se agregan los cientos de comercios destruidos, las tres iglesias saqueadas, la agresión a la embajada de Argentina, y el incendio que afectó una sede de la Universidad Pedro de Valdivia, cuya construcción data de 1915, la suspensión de cumbres APEC, COP25, y de la final de la Copa Libertadores de América. Por medio de datos oficiales se conoce que el costo de daños a infraestructura pública asciende a 19 mil millones de pesos.

Es evidente que el gobierno ha fallado al momento de reestablecer el orden y garantizar la libre circulación, y aunque la mayoría de la sociedad condena la violencia, sí mantiene su apoyo a las exigencias que derivan por sus ideas en la conformación del Estado Benefactor. Y en esa dirección han ido las medidas del presidente, quien canceló el aumento del pasaje “causante de la discordia”, realizó un cambio de gabinete, congeló parcialmente para la revisión las tarifas del servicio eléctrico, dio su apoyo a un acuerdo tributario con nuevos impuestos para los que más producen, así como también la evaluación de un impuesto al patrimonio inmobiliario.

Pero la nueva petición que quizás ha causado la más grande inquietud de todos los sectores, es la de una Asamblea Constituyente. La actual constitución data del plebiscito de 1980, y se le han realizado 21 reformas, siendo la más profunda la hecha en 2005 durante el gobierno de Ricardo Lagos, donde hubo 54 modificaciones. Los descontentos alegan de manera peyorativa que es una carta magna injusta y retrógrada que fue  elaborada durante la dictadura militar, por lo que mantiene odios, privilegios y autoritarismo entre sus líneas. Hace par de días atrás el presidente aceptó tímidamente la solicitud, sin aclarar del todo cómo será el proceso. La atmósfera de dudas se mantiene, al igual que las protestas.




Mi opinión:
Finalmente, ofrezco mi opinión personal de la actual crisis en Chile. Creo que hay un descontento plausible en la población que ya no ve crecer al mismo ritmo vertiginoso de antes sus ingresos, estamos hablando de haber tenido un crecimiento per cápita anual del 2003-2013 de 1.031,40 $, a uno igualmente anual de 2013-2017 de tan sólo 173,25 $. Pero aun así, aprecio desconcertado y triste que no hay ideas claras en los manifestantes, ellos ignoran al parecer por completo los factores que producen el aumento de esa calidad de vida. Anidado a esto, aprecio una dirigencia política blanda, dispuesta a sucumbir a los llantos con tal de mantenerse en el poder. Unas Fuerzas Armadas que le guiñan el ojo a los alborotados, y contradicen al presidente como ocurrió cuando Sebastián Piñera exclamó a los medios que: “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso”. Una frase para tomarse muy en serio a causa de los movimientos desarrollados en el hemisferio. Pero en contraste a ella, el jefe de la defensa nacional, Gral. Javier Iturriaga dijo: “Yo soy un hombre feliz, la verdad es que no estoy en guerra con nadie”. Y así se lavó las manos.

¿Me pregunto yo, será que este señor no sabe de la existencia del Foro de Sao Paulo, del Grupo de Puebla, así como su alcance? ¿O será un peligroso cómplice? Porque argumentar que vive feliz en un momento en que cualquier otro diría con mucha causa estar enfadado y triste al ver cómo destruyen la paz y prosperidad del país, no es normal, levanta sospecha.

En cuanto a los actos vandálicos debo hacer énfasis en que es una minoría, un grupo de desocupados que fue adoctrinado, pero que además, está siendo financiado. No resulta de nuevo normal que alguien con obligaciones laborales o en el hogar, pase un mes incendiando, saqueando y obstruyendo vías. Algún dinero amerita tener asegurado para su sustento, y más en condiciones de alto riesgo que exigen gastar más calorías que deben ser repuestas apresuradamente. Nada aleja de la mente la idea de que hay factores internos y externos alineados con el fin único de ponerle fin a un modelo exitoso.

Ahora Piñera ha dado el visto bueno a la planificación, puede que sea cuestión de lustros para ver a un caudillo vitoreado por el pueblo asumir lo que será un largo y penumbroso totalitarismo. Ansío que nunca ocurra, y que recapitulen a tiempo.

La sociedad chilena debe mirar más las acciones, y menos los posibles resultados, porque exigir más intervención del gobierno, es un groso error.

Buscan desde las penumbras a la parca de la redistribución de riqueza, yo les diré sinceramente que dicha senda por la que buscan neciamente transitar, es la que ha llevado a lo largo de la historia a naciones enteras a la miseria, el atraso, la esclavitud, el horror, en sí a la infelicidad plena. Tienen una archivo propio del cual pueden echar mano en cualquier momento, verificar que el socialismo, comunismo, planificación, Estado Benefactor, progresismo, o como le quieran llamar, no importa, contiene las ideas más desfasadas que existen, son contrarias a los valores humanos que han permitido avanzar a la sociedad mundial. Se fundamentan en el salvajismo, la envidia, la mediocridad, el irrespeto, la irresponsabilidad, la deshonestidad, y el desprecio por la dignidad humana porque cercena las libertades al generarse un patriarcado estatal.

No procuren subsidios, clamen con brío oportunidades de trabajo a partir de la apertura de empresas privadas. No pidan una nueva constitución, la carta magna real más fidedigna es la razón, si no me creen pregúntenle a Inglaterra. No se fíen del Coeficiente de Gini, (en el que por cierto salen bien parados), sino más bien en Índice de Libertad Humana, porque es la libertad nuestro divino tesoro, ser capaces de tener poder responsable sobre nuestra vida es algo magnífico. Que cada individuo tenga iguales oportunidades para prosperar, y no se halle lastrado a un aparataje denominado colectivismo, porque sencillamente en la aventura zigzagueante de coronar los planes singulares, se termina por ayudar a los demás, fíjense en Bill Gates, Mark Zuckerberg, o Jeff Bezos, gracias en gran medida a ellos (sin procurarlo), muchos de ustedes ganan dinero desde su computadora, hacen reuniones a través de video llamadas a socios distantes, o simplemente ejecutan una venta o compra de un artículo sin tener que caminar.

La libertad es condición inefable del alma. ¡Piénsenlo!




"Es más difícil sacar a un pueblo de la servidumbre, que subyugar uno libre"
     Montesquieu 





Por. Diego Mendoza
@Diego_MenHer





Fuentes informativas


  • Banco Mundial. Chile panorama general. Sitio web:


  • ResearchGate. El crecimiento económico de Chile. Sitio web:


  • Santander. Chile: Política y economía. Sitio web:


  • Estudio económico de la OCDE: Chile. Sitio web:


  • Expansión/datos macro. Chile – Gasto público. Sitio web:


  • Banco Mundial. Gasto (% del PIB) – Chile. Sitio web:


  • Publimetro. Las 62 propuestas del programa con el que Piñera busca volver a la Moneda. Sitio Web:


  • Sebastián Piñera. Nuestras propuestas. Sitio web:


  • Observatorio regional de planificación para el desarrollo de América Latina y el Caribe. Programa de gobierno de Chile (2018 - 2022). Sitio web:


  • Panam Post. PIB de Chile creció un 4% en 2018. Sitio web:


  • Banco Central de Chile. Base de datos estadísticos. Sitio web:


  • El Mercurio. Presupuesto 2018 aumenta gasto público en 3,9%


  • El Librero. Reforma tributaria de Bachelet logró efecto contrario: La tasa de crecimiento de la recaudación se desploma de 12,4% a 3,7%. Sitio web:


  • Ministerio de Educación. Ley de Inclusión Escolar. Sitio web:


  • Educación Pública. El sistema de educación pública. Sitio web:


  • Libertad y Desarrollo. Hora de balance: Segundo mandato de Michelle Bachelet. Sitio web:


  • LegisComex. Caída de la inversión afectó el desempeño económico de Chile. Sitio web:


  • El País. Chile o la eterna dependencia del cobre. Sitio web:


  • Centro de estudios públicos de Chile. Puntos de referencia: ¿Por qué cayó el crecimiento en Chile? Sitio web:


  • Infobae. Mitos y verdades de la desigualdad en Chile: hasta qué punto explica el estallido que sacude al país. Sitio web:


  • BBC. Protestas en Chile: cómo es el acuerdo para crear nuevos impuestos a los más ricos y qué dice el país. Sitio web:


  • DW. Asciende a 18 la cifra de muertos durante las protestas en Chile. Sitio web:


  • CESLA Centro de estudios latinoamericanos. Las viviendas con avalúo fiscal de $200 millones y más suman 50mil. El 60% está en tres comunas. Sitio web:



  • CESLA Centro de estudios latinoamericanos. Hacienda y oposición llegan a un acuerdo tributario con nuevos impuestos a altos ingresos. Sitio web:


  • DW. Chile recorta proyecciones económicas por crisis. Sitio web:


  • El Mercurio. Presupuesto contempla aumento del 3% en el gasto público, la menor expansión en 17 años. Sitio web:


  • Economía y Negocios. Gasto público crece 127% en seis años y es el octavo que más sube en el mundo. Sitio web:


  • Instituto Cato. Nuevo Índice de Libertad Humana: cae la libertad global. Sitio web:


  • Biografía de Chile. Historia de Chile: Cuarto periodo: El siglo XX: la búsqueda del desarrollo económico y de justicia social (120 en adelante). Elecciones presidenciales de Chile (1970). Sitio web:


  • Memoria chilena. La reforma agraria (1962 - 1970). Sitio web:


  • Transición económica y política en Chile: 1970 – 1990. Sitio web:


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