Hace
tres semanas atrás los ojos del mundo se posaban sobre Chile, el país más
estable de Sur América era escenario de fuertes manifestaciones que hasta la
fecha no se han extinguido. Manifestaciones que se han tornado violentas y que
conducen al actual gobierno de Sebastián
Piñera a reformular su agenda, así como a muchos actores internos y
externos, a exigir el cambio drástico del modelo económico chileno establecido
durante el periodo de la dictadura del general Augusto Pinochet.
¿Pero
qué hay detrás del exabrupto social, es realmente un descontento acumulado
durante años por un sistema económico vil y fracasado como unos tantos
aseguran? ¿Hay titiriteros en las sombras obrando para sembrar caos y tumbar lo
que hasta el momento es la tímida vela de la libertad latinoamericana?
Para
responder a dichas preguntas es menester entender a Chile, escudriñar en su
historia más o menos reciente que no es para nada ajena a la del resto de la
región. Como parte de las posiciones de la corona española, Chile fue conquistado
en el siglo XVI por el aventurero Pedro
de Valdivia, un militar habilidoso que una vez en el nuevo continente
trabajó junto a Francisco Pizarro. El periodo colonial fue relativamente
pacífico, con la misma estructura social de las zonas aledañas, y con una
economía basada en la producción feudal de la agricultura y la ganadería, cuyos
dividendos iban destinados al mantenimiento de los pequeños asentamientos
urbanos donde residían los señores. Posteriormente al desencadenarse las
revueltas emancipadoras, el país obtuvo un proceso de independencia que se
puede considerar rápido y ordenado, sobre todo si se le compara con el de
Argentina, Venezuela o México, los cuales fueron altamente destructivos,
derivando en prolongadas guerras civiles.
Acortando
los lapsos, el siglo XIX y los dos primeros quindenios del XX, estuvieron
integrados por golpes de Estado exitosos y frustrados, por altos índices de
pobreza y mortalidad, bajos ingresos, centralismo, y alta dependencia del poder
militar, aspectos que no variaban en el resto de Latinoamérica. No sería sino
hasta la década de 1940-1950 cuando se hace el llamado Gran Consenso Social, introducido como demanda a una mejor
redistribución de los ingresos a cargo del Estado; ello condujo a que
sindicatos, gremios, y federaciones, vencieran en sus peticiones por un aumento
en la calidad de vida, por supuesto que al costado de la lista de querellas, se
hallaban los partidos políticos, y como siempre suele ocurrir con la políticas
de redistribución de la riqueza, las personas de menores recursos terminan por
mantener a las otras dos clases que le preceden, entre las cuales se encuentran
los dirigentes que agitaron su verbo con elocuencia.
Uno
de los detalles esenciales que acompañan a las medidas tomadas para conseguir
redistribución de capital, es que el Estado debe crecer desproporcionadamente,
interrumpiendo cada faena cotidiana del individuo, el cual debe aceptar la
intromisión, puesto que se supone que le representa un beneficio. Esto sugiere
perder libertades, y por ende el sentido de la responsabilidad, todo por una
seguridad que termina siendo espuria, a su vez que da rienda suelta a un
armatoste llamado planificación,
consecuencia que el colectivo, o mejor dicho, el grupo que le representa, debe
analizar cuáles son las prioridades en cada sector, pero para lo cual utilizan
sus propias escalas de valoraciones.
Planificar
el progreso de millones de personas supone una inmensa carga para el Estado,
quien debe proveer empleos en el sector público y subsidios para los que no
alcanzan uno, así al cabo de un tiempo evidencia que necesita más recursos, y
empieza a echar mano de las cuentas ajenas. Lo importante a tener en cuenta, es
que una vez la sociedad se encarrila por esta vía, se le hace muy complicado
resarcir, creando un sistema donde los individuos son mantenidos por el Estado
y no contrariamente, como es el deber.
Por
ir en este sentido, el Estado chileno debió aumentar su participación en las
minas de cobre (explotadas por concesionarias extranjeras), pasando de un 5% en
1922 a un 40% en 1970, un rubro que para 1973 llegaron a representar el 75%
sobre el total de las exportaciones. La intervención siguió ascendiendo, creándose una
campaña de industrialización pública
nacional, estableciéndose controles de precio, trabas a las importaciones,
altos aranceles, un tipo de cambio de divisas menor al del mercado, control en
las tasas de interés, esto último a través de un Banco Central omnipotente que
sesgaba los créditos, llegando a generar un promedio negativo de las tasas de
hasta 10.7% entre 1940-1970.
Como
consecuencia de que las instituciones gubernamentales manejaban más ingresos, su
administración se hacía más demandada, pero para llegar a ocupar un cargo se
requería de votantes, y en un país como el existente en 1950, la confluencia a
las urnas electorales era de un escaso 40% del total asignado. Por dicha razón
fue menester hacer reformas a las leyes del sufragio en 1958, 1962, y por
último en 1970, para así conseguir aumentar hasta un 350% el padrón electoral.
Dentro
de este marco se verifica que la planificación estatal es un proceso gradual
que una vez llega a su punto crítico, eleva al poder a caudillos totalitarios
que aceptan el alto riesgo de sostener en sus manos una bomba de tiempo. Todas
las ya mencionadas reformas implementadas, previo al posicionamiento de Salvador Allende, dan respaldo de ello.
Por ejemplo, la reforma agraria bajo el gobierno de Jorge Alessandri, Ley Nº 15.020 de 1962, con la premisa popular de
acabar con los latifundios, y que enseguida (1967) sirvió de base para la
corregida e impulsada por el presidente Eduardo
Frei, mediante la cual se consigue que para 1973 el Estado hubiese podido
expropiar legalmente el 49% de las tierras productivas; o la nacionalización de
las empresas del cobre iniciada por mismo Frei, según Ley Nº 16.425 de enero de
1966.
En
resumidas cuentas, la autopista de la planificación ya estaba asfaltada para
que el caudillo se juramentara, ese fue Allende, quien obtiene el cargo a
través de votación efectuada en Congreso Pleno, luego de que la coalición de
partidos a la que representaba consiguiera sólo el 36,3% de los votos. En el
congreso el apoyo fue arrollador, con 153 parlamentarios a favor, de los 195.
Los tres años de mandato de Salvador Allende (3 de noviembre de 1970 – 11 de
septiembre de 1973), fueron en líneas generales muy negativos para Chile, hasta
llegar al extremo de ser excusa sólida para el golpe de Estado comandado por el
general Pinochet. El depuesto presidente, que murió en el Palacio de la Moneda,
era fiel creyente de la doctrina marxista
que tenía su bastión continental en la Cuba de Fidel Castro.
Pero
el quiebre al modelo político no fue a la par con el económico, no sería sino
hasta 1975 cuando se empieza un programa basado en libertades individuales que
levantó los controles estatales, redujo el gasto fiscal, y sinceró los tipos de
cambio, y aunque estas medidas fueron como beber un amargo medicamento,
consiguieron dar un respiro al país que presentaba una hiperinflación de 370%,
y unos salarios reales que retrocedían 4,3% en 1973.
Lo correspondiente
al periodo 1976-1981 se puedo reducir la inflación a 26.5%, lo que corroboraba
el éxito de las nuevas medidas, regresando a además el abastecimiento corriente
de productos de la cesta básica. Pero pese a que varias de las heridas
económicas de la anterior administración fueron saneadas, esto para nada
significó que fuera inmune a complicaciones como bien lo representa la
desaceleración del crecimiento entre 1982 y 1984, causada por el desajuste en
el manejo de las políticas monetarias que tendieron al expansionismo y una mala
lectura de la dinámica del comercio mundial de la había hecho reapertura el
país. Posteriormente, en 1985, el crecimiento regresaría a un ritmo constante,
pudiéndose efectuar lo que se denominó como la era dorada, que alcanzó pronunciados resultados hasta mucho
después del cese de la dictadura. La cuartilla de acciones lideradas por Hernán Büchi hizo que el crecimiento
promedio del PIB fuera 7,6% y en términos per cápita 5,9% en lo concerniente al
espacio entre 1985-1997.
Ahora
bien, aunque el gobierno militar consumó múltiples diligencias para liberar la
actividad comercial, el Estado devuelto a la democracia en 1989, continuaba
teniendo el control sobre importantes empresas y entidades por ser consideradas
como estratégicas; viene al caso las nacionales mineras que garantizaban la
mayoría de las exportaciones de cobre (CODELCO y ENAMI), la petrolera ENAP, el
grupo de ferrocarriles EFE, la administración de puertos EMPORCHI, y otras
tantas más como la Comercializadora de Trigo o la Empresa de Coreos.
Luego
de la apertura pacífica a la democracia,
en el periodo constituido 1995-2005, el PIB creció anualmente a una tasa
promedio de 4,1%, un resultado histórico que superó al crecimiento mundial del
mismo lapso, y rompió las estadísticas llevadas de 1810 a 1990 que arrastraban
una resistencia al 1.5% y cuyo punto máximo de caída y volatilidad se
apuntalaron en las tres décadas siguientes a 1910. Todo parecía sugerir que la
vuelta a los cuarteles de los militares terminó de consagrar la confianza
requerida para el despegue.
Las
primeras gerencias posteriores a 1989 aprobaron medidas que gradualmente
aumentan el gasto público, sin
embrago, fueron lo suficientemente sutiles y ordenadas como para mantener los
números positivos del encaje fiscal, e inclusive acrecentarlos como se reseñó,
sorteando con pericia la crisis asiática de 1997.
Según
datos del Banco Mundial, la población
que vive en pobreza ha sido enormemente reducida en el siglo XXI, de 31% en el
2000 a un 6,4% en 2017, de los mejores números que tiene la región.
Por
creces Chile supera en muchos aspectos a los países latinoamericanos, y se ha
podido hasta codear en calidad de vida con los más prósperos. Antagónicamente,
en años más cercanos las cosas ya no marchan a la misma velocidad. En lo
concerniente al periodo 2014-2017 el PIB ha evidenciado una desaceleración sólo comparable a las
cifras de comienzos de los años 80, cuando hubo que hacerle frente a la crisis
de la deuda externa. Con un crecimiento promedio de 1,8%, los chilenos
corroboraron que las políticas emprendidas no eran del todo exactas. Los
políticos en su conjunto que han tenido la dirección del país en los 4 años de
desaceleración continua, han explicado que la principal causa de dicho evento,
son externas, por una economía global que también avanza más pausada (aunque
esto es cuestionable), y atañen además, un precio del cobre reajustado que se
mueve rectilíneamente uniforme, luego de la caída sufrida en 2011.
La
actividad con el preciado metal representa un 10% del PIB, y lidera en un 49%
las exportaciones totales. Pero este factor no fue el que recibió el mayor
golpe en aquel periodo, sino que sería el de la inversión, el cual reacciona
negativamente cada vez que siente incertidumbre ante planteamientos o acciones
políticas que generan riesgos sobre el desembolso de capitales. A saber, hubo
una caída a la mitad de los índices de inversión según datos ofrecidos por el IMACEC (Indicador Mensual de Actividad
Económica) para el sector no minero, que retrocedió de un 6% en promedio anual,
a sólo un 2,1% para el 2014-2017.
Los
factores considerados que hicieron reaccionar de manera escéptica a los
inversionistas, fueron netamente internos. La mandataria Michelle Bachelet llegó a su segundo periodo con una agenda llena
de profundas transformaciones, algunas pudieron ser ejecutadas, mientras otras
permanecen en la sala de debate. Sin embargo, bastaron las intenciones para que
la duda se tomara el ambiente.
Entre
las propuestas efectuadas que pudieron acarrear un impacto negativo se halla la
reforma tributaria, que hace un aumento gradual de los impuestos cobrados a las
grandes empresas, de 20% a 27%; anudado a esto, la eliminación del FUT (Fondo de Utilidades Tributarias),
un mecanismo que permitía dejar exento de impuestos a las utilidades no
retiradas, es decir, que se podía lograr solo el cobro de una parte del total
generado.
Las
medidas irían como máximo en pro de aumentar el gasto público en el sector
salud y educación, siendo éste último el que sufrió transformaciones más
significativas, puesto que, según la Ley de Inclusión Escolar Nº 20.845 de mayo
de 2015, los planteles de financiamiento compartido pasarán gradualmente a ser
competencia del Estado; prohíbe el lucro en los establecimientos educativos que
reciben aportes del Estado; crea un sistema
único y centralizado de admisión operado por el Ministerio de Educación
y la Universidad de Chile. Se suma a esta área, la Ley Nº 21.040 de noviembre
de 2017, que traspasa los jardines infantiles, las escuelas y liceos públicos
de 345 municipios, administrados por estos, al control de los Servicios Locales
de Educación Pública (SLEP).
La
importancia de mencionar dichas leyes sobre las otras aprobadas, radica en que
con ellas aumentará obligatoriamente el gasto del Estado, haciéndole más
propenso a caer en deudas en tiempos de crisis, adiciona también personal
burocrático que no genera ingresos directos, y propaga el intervencionismo en
un punto neurálgico de la nación, cuyas temibles consecuencias son más
evidentes al mediano y largo plazo. Sin duda cada medida generada que imponga
el poder del estatal por encima del individual, debe ser asumida con malicia.
En
la cronología desarrollada se llega así al 2018, año que representó un repunte
económico para el país, con un IMACEC no minero 4,2 puntos, situándose así en
112,4. Y unas exportaciones 5% mayores, todo en comparación con el cerrado 2017. Chile entonces obtuvo 4%
en el crecimiento de su PIB, lo que parecía señalar el retorno de la confianza
y un posible despegue sostenido, muy seguramente propiciado por un Sebastián
Piñera que asumía por segunda vez la magistratura nacional, con amplias
propuestas, resaltando las correspondientes a educación, seguridad social,
transporte público y reducción de la burocracia a través de la modernización
tecnológica de trámites. Y por supuesto, el tópico que más ahínco tuvo fue la
recuperación económica, la cual conseguiría a partir de un sistema tributario
más simple que estimulara la inversión, el empleo, y la innovación. Cabe
rescatar que Piñera tenía el respaldo del legado de su primer periodo (11 de
marzo de 2010 – 11 de marzo de 2014).
De
esta forma se llega al presente año 2019, el cual aparentaba ser uno más en la
vida del país austral, hasta se salieron a escena las fuertes protestas
iniciadas el 18 de octubre, como respuesta al aumento anual de pasaje del metro
subterráneo capitalino. Por las diferentes redes sociales individuos
particulares incitaban a pasar los controles de pago, y a abordar directamente
los vagones pertenecientes a la Red
Metropolitana de Movilidad; un sistema creado por el Estado para coordinar
el servicio de transporte público de Santiago, por ello tiene a su cargo el
ordenamiento de rutas y tarifas del servicio de buses (compuesto por 6 empresas
concesionarias), metro y metro-tren.
Los
llamados a la desobediencia fueron
acatados, y de un momento a otro la protesta se tornó violenta, dejando varios
vagones del metro subterráneo y buses incendiados, al igual que daños a
propiedades como al edificio de la compañía eléctrica ENEL, y a una sucursal del
Banco de Chile; esto condujo a decretar el estado
de emergencia y la militarización de la capital. Pero contrariamente al
intento de poner orden, las manifestaciones se extendieron a otras localidades
de la geografía nacional, arrastrando el mismo halo de violencia, y sumando
presuntas causas que agitaban el descontento social, entre las que se
vislumbran la solicitud de educación y salud gratuita, mejores sueldos y
pensiones, más ayudas a los hogares con menos recursos, fijar el precio de los
servicios públicos, y un espectral retorno de la redistribución eficaz de la
riqueza.
Sebastián
Piñera enfrentó luego la situación adversa con el decreto de toque de queda en distintas zonas,
además de hacer un llamado de todos los sectores a dialogar. Hasta el momento nada
perece diezmar las revueltas que dejan un saldo de 18 muertos según cifras dadas por el subsecretario del Interior,
Rodrigo Ubilla, el 23/10. Se agregan los cientos de comercios destruidos, las
tres iglesias saqueadas, la agresión a la embajada de Argentina, y el incendio
que afectó una sede de la Universidad Pedro de Valdivia, cuya construcción data
de 1915, la suspensión de cumbres APEC, COP25, y de la final de la Copa
Libertadores de América. Por medio de datos oficiales se conoce que el costo de
daños a infraestructura pública asciende a 19
mil millones de pesos.
Es
evidente que el gobierno ha fallado al momento de reestablecer el orden y garantizar
la libre circulación, y aunque la mayoría de la sociedad condena la violencia,
sí mantiene su apoyo a las exigencias que derivan por sus ideas en la
conformación del Estado Benefactor.
Y en esa dirección han ido las medidas del presidente, quien canceló el aumento
del pasaje “causante de la discordia”, realizó un cambio de gabinete, congeló
parcialmente para la revisión las tarifas del servicio eléctrico, dio su apoyo
a un acuerdo tributario con nuevos impuestos para los que más producen, así
como también la evaluación de un impuesto al patrimonio inmobiliario.
Pero
la nueva petición que quizás ha causado la más grande inquietud de todos los
sectores, es la de una Asamblea
Constituyente. La actual constitución data del plebiscito de 1980, y se le
han realizado 21 reformas, siendo la más profunda la hecha en 2005 durante el
gobierno de Ricardo Lagos, donde hubo 54 modificaciones. Los descontentos
alegan de manera peyorativa que es una carta magna injusta y retrógrada que
fue elaborada durante la dictadura
militar, por lo que mantiene odios, privilegios y autoritarismo entre sus
líneas. Hace par de días atrás el presidente aceptó tímidamente la solicitud,
sin aclarar del todo cómo será el proceso. La atmósfera de dudas se mantiene,
al igual que las protestas.
Mi opinión:
Finalmente,
ofrezco mi opinión personal de la actual crisis en Chile. Creo que hay un
descontento plausible en la población que ya no ve crecer al mismo ritmo
vertiginoso de antes sus ingresos, estamos hablando de haber tenido un
crecimiento per cápita anual del 2003-2013 de 1.031,40 $, a uno igualmente
anual de 2013-2017 de tan sólo 173,25 $. Pero aun así, aprecio desconcertado y
triste que no hay ideas claras en los manifestantes, ellos ignoran al parecer
por completo los factores que producen el aumento de esa calidad de vida.
Anidado a esto, aprecio una dirigencia política blanda, dispuesta a sucumbir a
los llantos con tal de mantenerse en el poder. Unas Fuerzas Armadas que le
guiñan el ojo a los alborotados, y contradicen al presidente como ocurrió
cuando Sebastián Piñera exclamó a los medios que: “Estamos en guerra contra un
enemigo poderoso”. Una frase para tomarse muy en serio a causa de los
movimientos desarrollados en el hemisferio. Pero en contraste a ella, el jefe
de la defensa nacional, Gral. Javier Iturriaga dijo: “Yo soy un hombre feliz,
la verdad es que no estoy en guerra con nadie”. Y así se lavó las manos.
¿Me
pregunto yo, será que este señor no sabe de la existencia del Foro de Sao
Paulo, del Grupo de Puebla, así como su alcance? ¿O será un peligroso cómplice?
Porque argumentar que vive feliz en un momento en que cualquier otro diría con
mucha causa estar enfadado y triste al ver cómo destruyen la paz y prosperidad
del país, no es normal, levanta sospecha.
En
cuanto a los actos vandálicos debo hacer énfasis en que es una minoría, un grupo
de desocupados que fue adoctrinado, pero que además, está siendo financiado. No
resulta de nuevo normal que alguien con obligaciones laborales o en el hogar,
pase un mes incendiando, saqueando y obstruyendo vías. Algún dinero amerita
tener asegurado para su sustento, y más en condiciones de alto riesgo que
exigen gastar más calorías que deben ser repuestas apresuradamente. Nada aleja
de la mente la idea de que hay factores internos y externos alineados con el
fin único de ponerle fin a un modelo exitoso.
Ahora
Piñera ha dado el visto bueno a la planificación, puede que sea cuestión de
lustros para ver a un caudillo vitoreado por el pueblo asumir lo que será un
largo y penumbroso totalitarismo. Ansío que nunca ocurra, y que recapitulen a
tiempo.
La
sociedad chilena debe mirar más las acciones, y menos los posibles resultados,
porque exigir más intervención del gobierno, es un groso error.
Buscan
desde las penumbras a la parca de la redistribución de riqueza, yo les diré
sinceramente que dicha senda por la que buscan neciamente transitar, es la que
ha llevado a lo largo de la historia a naciones enteras a la miseria, el
atraso, la esclavitud, el horror, en sí a la infelicidad plena. Tienen una
archivo propio del cual pueden echar mano en cualquier momento, verificar que
el socialismo, comunismo, planificación, Estado Benefactor, progresismo, o como
le quieran llamar, no importa, contiene las ideas más desfasadas que existen,
son contrarias a los valores humanos que han permitido avanzar a la sociedad
mundial. Se fundamentan en el salvajismo, la envidia, la mediocridad, el
irrespeto, la irresponsabilidad, la deshonestidad, y el desprecio por la
dignidad humana porque cercena las libertades al generarse un patriarcado
estatal.
No
procuren subsidios, clamen con brío oportunidades de trabajo a partir de la
apertura de empresas privadas. No pidan una nueva constitución, la carta magna
real más fidedigna es la razón, si no me creen pregúntenle a Inglaterra. No se
fíen del Coeficiente de Gini, (en el que por cierto salen bien parados), sino
más bien en Índice de Libertad Humana, porque es la libertad nuestro divino
tesoro, ser capaces de tener poder responsable sobre nuestra vida es algo
magnífico. Que cada individuo tenga iguales oportunidades para prosperar, y no
se halle lastrado a un aparataje denominado colectivismo, porque sencillamente
en la aventura zigzagueante de coronar los planes singulares, se termina por
ayudar a los demás, fíjense en Bill Gates, Mark Zuckerberg, o Jeff Bezos,
gracias en gran medida a ellos (sin procurarlo), muchos de ustedes ganan dinero
desde su computadora, hacen reuniones a través de video llamadas a socios
distantes, o simplemente ejecutan una venta o compra de un artículo sin tener
que caminar.
La libertad es condición inefable del alma. ¡Piénsenlo!
"Es más difícil sacar a un pueblo de la servidumbre, que subyugar uno
libre"
Montesquieu
Por. Diego Mendoza
@Diego_MenHer
Fuentes informativas
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- ResearchGate. El crecimiento económico de Chile. Sitio web:
- Santander. Chile: Política y economía. Sitio web:
- Estudio económico de la OCDE: Chile. Sitio web:
- Expansión/datos macro. Chile – Gasto público. Sitio web:
- Banco Mundial. Gasto (% del PIB) – Chile. Sitio web:
- Publimetro. Las 62 propuestas del programa con el que Piñera busca volver a la Moneda. Sitio Web:
- Sebastián Piñera. Nuestras propuestas. Sitio web:
- Observatorio regional de planificación para el desarrollo de América Latina y el Caribe. Programa de gobierno de Chile (2018 - 2022). Sitio web:
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- Banco Central de Chile. Base de datos estadísticos. Sitio web:
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- Ministerio de Educación. Ley de Inclusión Escolar. Sitio web:
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- Libertad y Desarrollo. Hora de balance: Segundo mandato de Michelle Bachelet. Sitio web:
- LegisComex. Caída de la inversión afectó el desempeño económico de Chile. Sitio web:
- El País. Chile o la eterna dependencia del cobre. Sitio web:
- Centro de estudios públicos de Chile. Puntos de referencia: ¿Por qué cayó el crecimiento en Chile? Sitio web:
- Infobae. Mitos y verdades de la desigualdad en Chile: hasta qué punto explica el estallido que sacude al país. Sitio web:
- BBC. Protestas en Chile: cómo es el acuerdo para crear nuevos impuestos a los más ricos y qué dice el país. Sitio web:
- DW. Asciende a 18 la cifra de muertos durante las protestas en Chile. Sitio web:
- CESLA Centro de estudios latinoamericanos. Las viviendas con avalúo fiscal de $200 millones y más suman 50mil. El 60% está en tres comunas. Sitio web:
- CESLA Centro de estudios latinoamericanos. Hacienda y oposición llegan a un acuerdo tributario con nuevos impuestos a altos ingresos. Sitio web:
- DW. Chile recorta proyecciones económicas por crisis. Sitio web:
- El Mercurio. Presupuesto contempla aumento del 3% en el gasto público, la menor expansión en 17 años. Sitio web:
- Economía y Negocios. Gasto público crece 127% en seis años y es el octavo que más sube en el mundo. Sitio web:
- Instituto Cato. Nuevo Índice de Libertad Humana: cae la libertad global. Sitio web:
- Biografía de Chile. Historia de Chile: Cuarto periodo: El siglo XX: la búsqueda del desarrollo económico y de justicia social (120 en adelante). Elecciones presidenciales de Chile (1970). Sitio web:
- Memoria chilena. La reforma agraria (1962 - 1970). Sitio web:
- Transición económica y política en Chile: 1970 – 1990. Sitio web:
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